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domingo, 21 de noviembre de 2010

YO LO VI, NADIE ME LO CONTÓ

Acá en Centroamérica


Imagen prediseñada de HP.
Después de una prolongada estancia en el departamento de Chalatenango, en El Salvador, me traslado hasta San Salvador con el propósito de abordar el avión que habrá de llevarme a la ciudad-capital más contaminada, caótica y sucia del continente americano: el Distrito Federal, en México.

Ya ubicado en el aeropuerto internacional de Comalapa, me dirijo a la ventanilla de la línea aérea TACA, en donde entablo una agria discusión con un altanero guanaco, quien se comporta como si no hablásemos el mismo idioma, para explicarle que mi reservación la tengo hecha desde semanas atrás. Al darle la espalda, lo escucho mascullando entre dientes el que considero es el mayor insulto que me pueden proferir: “… hijo e’puta, pinche gringo prepotente…”. Me armo de paciencia, contengo el deseo de regresarme y me dirijo hacia la sala asignada. Tratar de esclarecerle la diferencia entre un “gringo” y un mexicano sería tanto como intentar explicarle la teoría de relatividad a un niño de 5 años, en fin.

Mientras me distraigo leyendo una revista en la sala de espera, veo de reojo la llegada de una familia de evidente condición humilde: padre, madre, una atractiva hija mayor y dos cipotes [niños pequeños].

- “Your attention please” – se escucha en el altavoz y continúa la voz femenina en castellano-, “pasajeros con destino a la ciudad de México, favor de abordar por la sala 8B”

No entiendo por qué el aviso lo transmiten en ambos idiomas, pero ya no me detengo para encontrar alguna respuesta razonable. Mi imaginación ya está puesta en el agitado tránsito, la insana prisa y la inefable falta de educación que caracteriza a los habitantes del défe. Al abordar todos los pasajeros, la doña de la familia a quien vi llegar minutos atrás, con bolsa del mandado en la mano derecha y una pequeña caja de cartón amarrada con mecate en la mano izquierda, exclama desilusionada:

- “Húuuy, yo pensé que el avión era más grande –mientras su mirada se pasea al interior- , está rete’chico… yáaaa… no alcanzamos asientos”.

En realidad hemos abordado el gusano hidráulico que nos habrá de trasladar hasta la pista en que nos espera el boeing 747 de TACA.

Acá en el aeropuerto internacional de San Salvador, yo lo vi, nadie me lo contó. Sí pues.

amq

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