Imagen prediseñada de HP. |
Y allá va el sucio costal de cebollas, cargado en vilo como si fuese un ataúd y golpeando a no pocas cabezas, hasta llegar a la puerta trasera del viejísimo y maltratado camión, que como asientos tiene unos improvisados tablones de madera apolillada con múltiples clavos oxidados, las ventanas ya sin vidrios y un gran orificio en la lámina inferior a la mitad del pasillo que nos permite ver el camino de terracería.
Minutos antes, ya la doña obligó a prolongar la parada de San Benito, rumbo a Comayagüela, antigua capital de Honduras y hoy anexa a Tegucigalpa; recorriendo todo el camión con su humanidad entrada en carnes, desde el primer asiento delantero esquivando, golpeando y magullando pasajeros al por mayor.
El largo trayecto del mentado costal hasta la parte trasera es acompañado por expresiones de molestia: los parados porque resisten el clásico “va por ái”, y los sentados porque llevamos más de 15 minutos detenidos; unos instantes más y perderemos la última camioneta que en su caja amontona como bultos a pasajeros, para llevarnos hasta la margen del río Choluteca. Ya en el estribo todavía la doña se detiene y lanzando un grito, que llega más allá de la última fila, exclama como quien pide auxilio:
- “¡Pásenme el banquito de madera, pásenme el banquito!”.
Y allá va el banquito, recorriendo todo el pasillo, de mano en mano, arrancando suspiros de impaciencia. A punto, esta vez sí de arrancar, el conductor debe detenerse ante el desesperado y repetido grito de la inefable doña, quien mitad angustiada y mitad ella ya también hasta la madre, grita de nuevo:
- ¡Pérese, pérese –agitando repetidamente las manos- ¡pásenme al cipote [niño] pelón que está dormido! ¡pásenme al cipote pelón! ¡pásenmelo por la ventana!
Acá en tierras catrachas, donde se come en cada esquina de barrio las famosas pupusas y en donde un viaje en camión hacia Comayagüela se convierte en una aterradora anécdota de sobrevivencia… yo lo vi, nadie me lo contó. Sí pues.
amq
Este es un buen sitio, para acceder a buena litaratura, reir, aprender, relajarte...
ResponderEliminarMe pongo cómoda y a disfrutar se ha dicho...