Sierra madre oriental, mpio. San Fernando, Tamaulipas. |
- ¿Quién sos vos -pregunta Silvano Camacho sorprendido-?
Deposita sus herramientas con las que labora en el aserradero de Samaipata. Dos kilómetros de brecha, entre altos árboles de oyamel, añejos pinos barba de chivo y ardillas de cola dorada. Su cabaña, con tapanco donde él suele dormir y un piso de madera tableada, lo recibe con olor a resina y a bellotas quemadas.
Sentada con los brazos cruzados sobre sus piernas, abundante cabello negro alborotado que cae a los lados de su rostro, dejando descubierta su amplia y hermosa frente, una blusa de color anaranjada ceñida a su cuerpo que resalta sus abundantes senos; ojos juguetones que interrogan y una linda boca entreabierta, como a punto de guardarse una frase equivocada. Ella le ofrece una taza de cargado café caliente y una tímida sonrisa que de inmediato él reconoce.
El vapor que despide el recuelo sube haciendo espirales y termina desvaneciéndose antes de llegar al techo. Ella no responde, tan sólo le sonríe discreta. Silvano Camacho deposita su cuerpo cansado en el equipal y fija su mirada en la femenina frente que tanto le gusta.
- ¿Quién sos vos –interroga de nuevo Silvano Camacho acaso sin esperar respuesta-? ¿Quién sos vos y qué hacías en mi sueño?
amq
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