Durante meses, en las obscuras noches escuchaba sus contundentes pasos subir lentamente por los escalones del sótano. El volumen de sus pisadas crecía y retumbaba por toda la mansión. Aterrado, cubría mi cuerpo con la cobija e intentaba conciliar el sueño.
Tiempo después una noche de luna llena, de nuevo escuché temeroso sus pisadas escalando por la escalera. Ese día sea quien sea aquella criatura sí salió del sótano. De manera pausada recorrió el pasillo hasta quedar parado del otro lado de la puerta de mi habitación. El pánico se apoderó de mi cuerpo y me impidió tan siquiera moverme o gritar. Sus pasos transitaron por el corredor de regreso a la bodega.
Entonces llegó el día de hoy, en que un diluvio inunda a toda la comarca. El agua corre por las laderas pendiente abajo, arrastrando consigo ramas, rocas y la hojarasca. Los impresionantes relámpagos alumbran la cabaña y forman amenazantes seres con las sombras que producen.
Acostado en mi camastro, escucho las pisadas del descomunal ente subiendo, uno a uno los escalones del sótano.
- ¡Pum, pum, pum! –se escucha ahora en toda la casa- .
Al llegar a la entrada de mi cuarto, aquel ser se detiene. Con dos secos golpes sobre el portón hace saber su presencia. Len-ta-men-te desliza el cerrojo y abre la puerta…
amq
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