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domingo, 21 de noviembre de 2010

YO LO VI, NADIE ME LO CONTÓ

¿Analfabetismo funcional o ganas de no aprender?

Material didáctico del INEA.
Poco más de una hora de viaje en avión desde el D.F. hasta Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; un traslado de seis horas en autobús hasta la cabecera municipal de Ocosingo; de ahí tres horas más en el único camión diario que se aventura por un pésimo camino de terracería hasta la zona arqueológica de Yaxchilán; y de ahí conseguir algún arriero que acepte guiarme para hacer un trayecto a caballo (en realidad en un viejo jamelgo) hasta la ranchería de El Porvenir.

- ¿Cuánto tardaremos en llegar? –afligido y con el cóccix maltrecho le pregunto a don Crescencio, dueño del penco-.

- Mmm… -me responde don Crescencio acomodándose su sombrero de palma-.

Sudando y como polvorón llego finalmente a la húmeda localidad de El Porvenir.  Me recibe una descarapelada barda que exhibe una pinta del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), que a la  letra dice:

SI NO SABES LEER NI ESCRIBIR, INSCRÍBETE EN UN CÍRCULO DE ESTUDIO.

Y es que si ni siquiera sabes leer ni escribir ¿cómo entonces te das el lujo de ser analfabeta? ¿es que acaso esperas que hagamos todo por ti? ¿y si no sabes leer cómo te vas a enterar de esta invitación? ¿ y si no logras leer el mensaje te quedarás eternamente en la abrumadora obscuridad de la ignorancia?

No lo sé. Lo que sí descubro por acá es que hasta estas lejanas tierras, que son la entrada a la mítica selva Lacandona, tan sólo llegan las camionetas de la sabritas y la que trae la quincenal dotación de cerveza, además de la eventual visita de alguna camioneta del INEA o del INI.

Acá en territorio maya, encuentro que más que aprender a leer “la castilla”, requieren servicios de salud, de educación, transporte digno y apoyo para sus actividades agrícolas. Leer y escribir es un lujo cuando se come tortillas con frijoles o chile los siete días de la semana.

Acá en Ocosingo, aprendo una lección que la universidad no me proporcionó: que la enseñanza del idioma castellano y la instrucción educativa básica, nunca están de más. Como tampoco lo están la dignidad, el apego a los valores culturales ancestrales y el respeto de esta comunidad a “el costumbre”.

Por cierto que no encontré el círculo de estudios motivo de mi visita laboral, la asesora  dejó su cargo seis meses atrás para irse a trabajar a Tapachula.

Yo lo vi, nadie me lo contó. Sí pues.
amq

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