Central Park, Nueva York. fot. Margarita Muñoz Fuentes |
Acaso porque olvidé escribir tu nombre. Hoy me disculpo. Reconozco mis fallas. Me sorprenden mis aciertos. Hoy me disculpo. Casi olvido tu tono de voz. No supe sobreponerme a tu inexistencia. Un saludo telefónico. Samba pa’ti atrapada en una contestadora telefónica. Una tarde casi al final de septiembre. Idealicé tu imagen. Construí tu futuro. Me creí necesario. Inventé una colega. Hoy me disculpo. Jamás fui transparente. Tu voz apagaba la mía. Una voz me atrapó. Una voz me enterró. Ayer acuchillé tu recuerdo. No me arrepiento. Tuve momentos, nunca días. Tuve ideas, jamás proyectos. Reconozco mis fallas, Tuve momentos. El egoísmo disfrazado de distracción. La casualidad ocultando desencantos. Reencarnaba cuando te conocí. Deposité mi vida en tu presente. Te amé por tu belleza. No soy un cínico. Estabas ahí también por tu belleza. Almas gemelas son vidas paralelas. Hoy te ofrezco disculpas. También al poeta. Palabras, letras, puntos y comas. Puntos y comas al servicio de la imaginación. Una voz me atrapó. Una voz me enterró. Vos sos testigo. Ayer te reconocí parada. Frente a mi escritorio parada ¿Cuándo mi escritorio se volvió tan grande? Tan largo. Tan lejano. Te amé. Te amé hace siglos. Estoy tan cerca de todo lo que perdí contigo. Ayer te reconocí parada. Me queda el dolor de presentirte. Y un ahogado sentimiento de tardes perdidas. Con vos me disculpo. Con voz que me conoces. Lamento haber asesinado las distancias. Almas gemelas son biografías paralelas. La amistad eterna no existe. Persiste su recuerdo. Lo lamento. Acaso porque olvidé escribir tu nombre. Una voz me atrapó. Una voz me enterró. Te amé hace siglos. Hace cinco minutos. Para cada semana. Para cada olvido. Para toda mi vida. Una voz me atrapó. Vos sos testigo. Una voz me atrapó.
amq
No hay comentarios:
Publicar un comentario