renacen los acumulados temores,
llega la noche y del antiguo ropero
salen uno a uno mis fantasmas
quienes ahí durante el día ocultan
sus profundas miradas
Llega la noche y con ella el silencio
que ahora permite escuchar los murmullos
en mi pecho, anudados en la nuca
y que al oído me susurran:
“eres tú a quien buscamos”
Llega la noche y con ella la pesada
letanía de preguntas sin respuesta,
el aterrador grito de la obscuridad
me impide conciliar el sueño
y eludir mis ancestrales miedos
Porque en llegando la noche
el blanco de la habitación se mancha
con sombras que dibujan
en letras de azufre su llamado:
“ayúdenme, siento que la vida se me acerca
y yo tan sólo anhelo morir”
El desánimo y la desesperanza diurnas
se truecan ahora por demoníacos seres
escondidos entre mis sueños
que inundan la alcoba
con voces apagadas, grises tonalidades
y olvidados ruidos;
que arrastrándose escalan por las orillas
hasta formar telarañas de omisiones
manchas de humedad creciente
y sombras que cuelgan del techo
Entonces el silencio, la tiniebla
y la vigilia
cubren por completo los muebles
ocultándolos en otra dimensión
con otro lenguaje
Ya las paredes chorrean sangre
y sudan lágrimas
que al evaporarse
forman una espesa neblina morada,
casi ocultando la inscripción que
a la letra dice:
“la vida no es sino un
incómodo ruido
que impide escuchar los lentos
pasos de la muerte”
Llega la noche tras la noche anterior y con ella
un pálido ser de negro vestido
que se mira tan delgado, tan ausente,
tan a mí parecido
Llega hoy la noche y empieza la melancolía
termina la vida y comienza la sobrevivencia
Porque la luz del amanecer y los sonidos
del medio día aún disfrazan lo que la
Luna revela:
“De tan absurda que es la muerte, a veces
llega violenta, apresurada, a destiempo
y nos deja con las manos vacías
con la vida misma carajo... con la vida misma”
La vida no es justa, tan sólo la vivimos,
el azar y el destino nos acechan
todos los días a la vuelta de la esquina
Porque a veces el mañana nunca llega
y entonces no queda sino reconocer
lo infinito del anhelo y lo incierto del futuro;
que las palabras antecedan al olvido
y sepulten los recuerdos.
amq
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